Artesanía Folclórica

Representa la imagen más extendida y estereotipada de la artesanía popular, entendida como un modo de producción medieval basado en el trabajo manual y el folclore. Tras un vertiginoso resurgimiento en los años 70, adquirió un gran prestigio durante los años 80 hasta acabar vulgarizándose a partir de la última década del siglo pasado, convertida en el máximo exponente del souvenir.

 

Actualmente es demandada por un público de edad medio-alta y status medio-bajo, muy poco cualificado, que se identifica con los valores emocionales y las actitudes nostálgicas proyectados por la tosquedad, la apariencia manual y el tipismo fantasioso de este tipo de productos. Su mayor interés radica en la dinamización económica de pequeñas empresas locales y en su rol de animación sociocultural en determinados eventos locales (fiestas patronales, actividades dominicales…), vinculándose de forma creciente con espectáculos, actividades recreativas y productos alimentarios.

 

Como en todos los productos destinados a un mercado masivo de segmento bajo, la competitividad de este tipo de artesanía descansa en un precio muy bajo y en la apariencia estética, tanto del producto como de su presentación, no siendo muy relevante la calidad. Ello conlleva la necesidad de estandarizar al máximo su producción por medio de la utilización de moldes, plantillas y calcas, manteniendo algún proceso manual simbólico en el acabado final.

 

El diseño del producto debe basarse en interpretaciones ingenuas e imaginativas del acervo cultural tradicional, enfocadas desde una perspectiva naif, fresca, simpática y espontánea. También es importante la utilización de materiales naturales y reciclados,  que transmitan una inquietud medioambiental, así como el recurso al ingenio y la ironía para generar empatía.

 

Se comercializada principalmente a través de ferias y mercadillos, convertidos en un espacio de paseo y de ocio turístico y familiar (apenas compra un 20% de los visitantes), la ambientación del stand tiene una gran importancia, extendiéndose cada día más los mercados temáticos (medievales), en los que los artesanos se disfrazan de personajes medievales. También se distribuye a través de tiendas de souvenir, de hoteles de turismo rural y de espacios de asociaciones, siendo muy interesante apoyar el producto con un packaging y una etiqueta que transmitan las peculiaridades del artesano y de la historia en la que se inspira, ya que este tipo de productos se compra, fundamentalmente, para regalo.

 

Con la irrupción de las tiendas de museo se está observando una tendencia hacia el desarrollo de un souvenir con una imagen renovada, basada en un diseño más creativo y conceptual, y un mayor nivel de calidad.