Expresión de la identidad a través de las marcas que las experiencias dejan en nuestra piel, tal y como expresa Vicky Uslé:
"En Occidente, usamos los números para representar cosas, matemáticas y geométricas, incluso para simbolizar el espacio, el orden, el movimiento o la tensión, pero los números difícilmente expresan otras condiciones de lo que es vital y humano.
Trabajar en intervenir en el exterior de un objeto-espacio, geométricamente perfecto, me impulsó a jugar libremente con el cuero, buscando redefinir la noción de perfección proporcional para transformarla en algo vivo. Esperando que el tema cobre vida.
La búsqueda del equilibrio siempre ha sido un objetivo de las sociedades humanas y de la geometría. El número de oro y la proporción áurea han servido para proporcionar objetos y representaciones del equilibrio estético y la razón armónica. A mi modo de ver, esta conciencia cultural de la armonía nos ayuda a comprender el caos natural que nos rodea y forma parte de nosotros como el reflejo de un universo más grande e ilimitado.
Hablando, pensando en estos términos, no pienso en proporciones y medidas; no en un equilibrio geométrico estético, sino en el movimiento inestimable de las cosas en vez de un lugar o punto armónico en la distancia, el espacio de transición que existe en dos lugares o puntos en equilibrio, su vibración.
Siguiendo la secuencia de Fibonacci, la naturaleza usa sucesiones que son dimensionalmente proporcionales a la proporción áurea y eso también nos afecta a nosotros, a nuestra propia estructura, incluso a nuestra genética.
En consecuencia, todos somos aproximadamente iguales en términos de nuestra estructura interna, en el interior. En realidad todos y cada uno de nosotros somos y operamos emocionalmente, externamente, de una manera única: somos diferentes.
Si estudiamos cuidadosamente el molusco cefalópodo, nautilus, cuya cáscara es una referencia para los estudios de la proporción áurea, notamos que no es del todo perfecto. Además, su exterior no tiene nada que ver con su interior, y es evidente que cada espécimen es único. Cada capa, aquí usaré la palabra piel, tiene su propio dibujo, color, tacto y cicatriz, por lo que se distingue a sí mismo.
Dada la identidad perfecta de un bolso Onesixone, sentí la necesidad de indicar que su piel es el reflejo de una experiencia vital y desestabilizadora. Se busca una energía singular en sincronía con su componente orgánico, el cuero: con distintivos y expresivos estímulos y giros vitales, como tormentas que mueven y respiran vida. Una expresión de lo inesperado, que provoca que la bolsa respire a través de la piel y cobre vida.
Como pintora, trabajar con cuero natural, un material desconocido para mí, me ha permitido ver y sentir con diferentes ojos. Descubrir algo muy diferente y a la vez muy cercano. Para frotar, golpear, mostrar sensibilidad; en resumen, experimentar con la noción de desequilibrio estable y las posibilidades que surgen de un encuentro con lo inesperado. Todo tiene una razón, y quizás por eso siempre es tan diferente".